he construido la luz para ti,
la he partido en dos como hostia sagrada:
la he limpiado,
he mojado sus labios,
le he hablado de todas las fotografías
que no nos hicimos,
de las páginas en blanco para ti,
de los pinos sin sombra
de la meseta castellana,
de Atenas y su sueño de piedra para ti,
de aquella procesión
-¿te acuerdas de aquella procesión?-
y sus imágenes de rostro enjuto.
He construido la luz para ti,
perdona mi tristeza
y este manojo de llaves
que no son las del paraíso para ti;
rabiosamente,
como palabra temblorosa,
como fanal en la niebla,
no saber de ti si no eres,
ajeno al deslumbramiento
que ciega la propia luz
sin óxido en el alma,
sin la espera que anuncia
un cochecito en la arena para ti;
sin todas las espadas
que hieren y no matan para ti.
Por eso, ¿te acuerdas?,
he construido la luz para ti,
he dejado de ser hombre para ti,
he levantado un vendaval
de cuerpos dormidos
y de astillas doradas.
Solo para ti.
Para ti.
he construido la luz para ti,
he dejado de ser hombre para ti,
he levantado un vendaval
de cuerpos dormidos
y de astillas doradas.
Solo para ti.
Para ti.
Excelente. Qué capacidad de expresar lo más sencillo de la manera más bella.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alicia. Tus palabras son un estímulo y un acicate. Gracias por visitar este humilde espacio de silencios habitados por la palabra y algún que otro verso. Un abrazo.
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